Muchas veces me preguntan por qué no trabajo en los eventos. Existe una opinión muy común de que se necesitan fotógrafos solo para capturar esos momentos. Después de todo, los eventos como bodas, cumpleaños… sí importan. Pero la vida cotidiana no. Los momentos ordinarios los vivimos a diario. Bueno, ¿qué hay para fotografiar?
La verdad es que para mí, los eventos tienen demasiado alboroto y oropel. Todo es muy hermoso y maravilloso, pero solo se trata de tomar fotos bonitas. No sé cómo revelar las almas de las personas en medio de la presencia de otros 50 invitados.
Por ejemplo me piden que tome fotos del primer cumpleaños de un bebé. Un restaurante muy bonito, el bebé en ropa muy bella y 60 personas de invitados.
¿Como lo veo yo? Habrá una zona fotográfica. Al niño le pasarán de mano en mano y todos tomarán fotos con él en el mismo lugar y con sonrisas iguales. El niño se cansará y querrá escapar🙈
No veo ahí ningún espacio para la creatividad, no siento la relación entre las personas, no existo yo como «fotógrafa-creadora». Sí, todos están muy hermosos en un lugar muy bonito, arreglados y con maquillaje. Y yo solo puedo pensar en lo genial que sería fotografiar a esta mamá sola con su bebé, cómo está dandole el pecho, сomo le acaricia y le habla en la voz baja…
Esas fotos contarán mucho más cuando crezca el niño. Podré mirarlas y decir «Aquí estoy, amado y adorado solo por el hecho de existir» Un verdadero tesoro que se le puede regalar a un niño.
Pero unos eventos importantes pero pequeños como por ejemplo Gender Reveal Party son lo que más me gusta. Las emociones tan sinceras, cuánto le agradará al niño ver estas fotos dentro de unos años.
Así es como mamá y papá descubrieron quién era yo. Estaban tan felices y enamorados. A los niños les encanta escuchar la historia de su nacimiento, de cómo la mamá le amaba aun cuando todavía vivía en su vientre. Que felicidad para los padres fue finalmente conocerle y darle todo el amor. Y mostrar imágenes de los ojos de mamá brillando con amor es mejor que cualquier palabra.
Sí, para mí una sesión de fotos es un manifiesto de amor. A través de toques y microemociones, se puede decir mucho incluso años después.